viernes, 23 de abril de 2010

Rob -

¿Pero acaso los medicos no se equivocan? ¿No pueden ellos mismos perder el juicio y tomar por insana una persona mentalmente sana? ¿Y no queda, de tal modo, uno a merced del otro, sin salvación posible: El enfermo a merced del sano, tanto como el sano a merced del enfermo? Llegado a este punto, el se retuvo violentamente. No queria admitir por más tiempo que tales cavilaciones morbosas le pudieran impulsar, indefenso, hacia el turbio terreno de las posibilidades vacilantes, donde lo altamente probable y lo apenas concebible convivían en impura connivencia.