
Cuando él llegó –fastidiado por las noticias que le habían dado y sus problemas emocionales- almorzaron y luego salieron al jardín trasero a recostarse en el pasto helado de ese día caluroso mientras bebían una cerveza.
El corazón de Frank no lo dejó tranquilo.
Por más que trataba de encontrar el momento y aún dudando de su decisión, no podía acercársele así, a invadirlo con sus labios llenos de curiosidad.
Sonreía solo, pensando en lo encantador que a veces Gerard le parecía.
Pendiente de sus gestos, sin poder siquiera tocarlo....